Su descubrimiento es muy reciente, de 1986. Datan de finales del siglo I d.C aunque se habla de dos procesos constructivos: uno el que acabamos de citar y el otro proceso dataría de mediados del siglo II d. C. Estos restos nos hacen ver la monumentalidad que debió tener la ciudad de Toledo en época romana. Siguen el ejemplo de otras termas romanas, con sus diferentes estancias (el caldarium, el tepidarium y el frigidarium). En su construcción se empleó el Opus Caementicium, que era como una especie de mortero de hormigón. A día de hoy se está estudiando su ampliación recién descubierta. Han sido puestas en valor gracias al Consorcio de Toledo. Puedes visitarlas en algunas visitas guiadas, como “Toledo subterráneo” (aquí) – Recientemente fue descubierta una nueva parte de estas termas, denominadas “Thermae“, se visitan sólo con guías privados, puedes leer aquí cómo.
Fuente: leyendasdetoledo.com